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“Algunos me pidieron disculpas por no haber entendido la magnitud del proyecto”

El excombatiente de Malvinas y presidente de la Fundación No Me Olvides, Julio Aro, habló con LA CAPITAL tras la identificación de 88 de los 121 soldados caídos. "Fue muy fuerte", señaló a horas de emprender la vuelta desde las islas.

Creo que estoy soñando porque esto lo soñé así como sucedió. Si es así y estoy soñando, no me quiero despertar. Pero si estoy despierto, no me quiero dormir“. Julio Aro es un ex combatiente y presidente de la Fundación No Me Olvides, organización que tiene como objetivo mantener vivo el recuerdo de la guerra por las Islas Malvinas, una de las marcas más oscuras de la historia argentina. El último logro de la institución emocionó al país y el mundo: después de 35 años, fueron identificados 88 de los 121 soldados enterrados en el cementerio Darwin.

Paralelamente, y como parte de la necesidad de sembrar la semilla de la memoria, los integrantes de No Me Olvides entendieron que debían hacer hincapié en los más chicos. Fue así es que también, en simultáneo con la novedad que sacudía familias enteras, alumnos de último año de secundario viajaron al sur para ser los primeros en colocar una identificación provisoria en las cruces que, hasta hace una semana, tenían la inscripción: “Soldado solo conocido por Dios”.

Fue muy fuerte, no se puede describir con palabras, uno tiene que vivirlo“, señaló aún emocionado.

Estudiantes marplatenses visitaron el cementerio, en el marco de la iniciativa de la Fundación.

Desde conocida la noticia, el teléfono de Julio no deja de sonar. Algunas veces son periodistas intentando contactarlo para hacer una nota, pero otras tantas son madres, padres, hermanas de todo el país que marcaron un número solo para decir una palabra: gracias.

De hecho, confiesa que recibió algunos mensajes de disculpas. “Algunos me pidieron disculpas por no haber entendido la magnitud del proyecto“, aseguró.

Sin embargo, él es claro: “Nuestra única intención siempre fue devolverle la identidad a las familias. Pudo haber errores, pero nunca mala intención”.

35 años de espera

En 2008, Julio aterrizaba por segunda vez en las islas. Veinteseís años atrás lo había hecho en los Hércules sin asiento, medio de transporte de la Fuerza Aérea Argentina con el que aterrizó en tiempos de conflicto.

Julio Aro, en 1982. Partía junto al Regimiento N°6 de Mercedes, Buenos Aires.

“Viajaba para encontrarme. Para encontrar a ese Julio que había dejado allá y que nunca había recuperado”, recordó.

En uno de los viajes más transformadores de su vida, el ex combatiente de 55 años ingresó al cementerio Darwin y conoció lo que antes solo había leído por los diarios o escuchado por conocidos.

Unas 121 cruces blancas custodiaban las tumbas de soldados argentinos caídos en las islas. En una placa, la frase que caló hondo y cambió los objetivos del viaje: “Soldado sólo conocido por Dios“.

Julio comenzó entonces un camino que, hace unos días, tuvo un enorme fruto: identificar a todos.

“Viajaba para encontrarme. Para encontrar a ese Julio que había dejado allá y que nunca había recuperado”

Desde Roger Waters hasta la Cruz Roja

El punto de inflexión en una labor definida por el protagonista como “artesanal” y de “muchísimo esfuerzo” llegó de la mano de la persona menos pensada: el músico inglés, Roger Waters, el único que logró cautivar el interés de gobernantes.

Sonia Cárcamo, madre del soldado José Honorio Ortega, fue quien brindó el puntapié inicial para la unión. A través de la directora de la revista Gente, Gabriela Cociffi, una carta de Cárcamo llegó a manos de Waters, quien en marzo de 2012, en el marco de su gira por el país, le acercó esa petición a la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner.

El músico inglés, Roger Waters, con la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner.

Poco tiempo después la misión contó con la participación de la Cruz Roja Internacional y la invaluable ayuda del coronel inglés Geoffrey Cardozo.

Cardozo había sido el responsable de recoger los cuerpos de los campos de batalla y darle honorífica sepultura. En una reunión en Inglaterra, el militar le acercó a Aro un sobre de madera. Dentro del mismo, encontró documentos, planos, fotos y listas de soldados que habían sido anotados con la mayor rigurosidad posible.

Vale destacar que la iniciativa tiene un estricto carácter humanitario y confidencial, es decir, no afecta de ningún modo el reclamo por los derechos soberanos argentinos sobre las Islas Malvinas dado que se trata de un procedimiento opcional, que abordará caso por caso.

Semilla plantada

Julio asegura que todavía escucha los pasos de los estudiantes sobre el camino de piedras que lleva al ingreso del cementerio. Todavía revive, en cada momento, la imagen de esos jóvenes de secundario, entre los que se encontraba su propia hija Tiana Aro (23), parados frente al acceso, expectantes. Asegura que los recuerda pensativos, conmocionados. Se emociona, siente que la semilla de la memoria se plantó.

Estudiantes, emocionados, tras una experiencia inolvidable.

“Por supuesto que la mochila que cargo desde hace años está cada vez más liviana, y por supuesto que cada viaje que hago traigo un pedacito del Julio que quedó allá. Nunca lo voy a traer entero, pero siempre rescato algo”, confía.

Julio se emociona mientras habla de su hija y cuando habla de las madres que se comunicaron con él tras conocer las noticia de que, 35 años más tarde, finalmente iban a poder llevarle flores a sus hijos. Julio habla pausado, como quien no quiere pasar por alto ningún detalle. No se sabe si es para que su interlocutor se involucre en lo vivido o si es parte de su pelea interna por nunca olvidar.

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